LABERINTOS SIN SALIDA


A la mañana siguiente, María regresó sorpresivamente. Se había ido la noche anterior diciendo que se marchaba para siempre, pero ahí estaba de nuevo diciendo que venía por la válvula del balón de gas. A lo mejor era solo un pretexto para verlo otra vez o tal vez tenía la esperanza de que él le dijera que estaba dispuesto a cambiar con tal de no separarse de ella y sus hijos. Pero se equivocó. Cuando vio a Manuel, él tenía en la mano una bolsa con varias cosas de su hogar -incluida la válvula del gas-, lista para llevarla a vender y con ese dinero comprar eso que los estaba separando.
"El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo".

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